Volvamos a jugar

Como adultos se tiende a perder la costumbre de soñar e imaginar que tienen los niños, se esfuma el juego detrás de las responsabilidades, por ello es que encontramos tan especiales a quienes mantienen esa facultad cuando mayores.
Al volver a jugar no sólo disfrutamos social y emocionalmente también se producen en nuestro cuerpo una gran variedad de cambios neuroquímicos, liberamos endorfinas, serotonina y adrenalina lo que provoca la agradable sensación de bienestar y alegría que recordamos luego.

¿Cómo volver a jugar? Pues debemos dejar todas las trabas culturales impuestas por el entorno, nos enseñan cuando niños con frases como: "No te rías como un tonto", "No llores como mujercita", "Llorar es cosa de mujeres", "Más respeto, pongáse serio"y en el caso de las mujeres se las denosta diciendo "Ésa, es de las que se ríen en la fila", todo ello conduce a que se forme en nuestra mente un bloqueo frente a las emociones incluyendo la alegría , alegría que se manifiesta en la risa.
Lo natural y sano es exteriorizar lo que sentimos. Al no hacerlo nuestro cuerpo sufre trastornos debido a que las emociones sean positivas o negativas liberan energía y fluídos que se transportan a todo nuestro cuerpo. En el caso de las energías negativas, el daño es mayor, sube el nivel de cortisol y adrenalina, aparecen entonces úlceras, depresión, diabetes, hipertensión, rabia contenida que desemboca en ocasiones en violencia no controlada.
El juego, el baile, , el deporte, el realizar una actividad que nos agrade ayuda a liberar emociones y tensiones negativas, disfrutar por medio de una actividad que nos permita volver a tomar contacto con lo corporal y reaprender a sentir nuestro cuerpo resulta positivo para nuestra salud física y mental. Volvamos entonces a reír, a jugar, a bailar .